Artículo de opinión de Mariano Fuente Blanco, Coordinador en Segovia del PARTIDO CASTELLANO-TIERRA COMUNERA (PCAS-TC), publicado en el Adelantado de Segovia el 6 de Junio de 2017.
El 31 de mayo de 2017, el Gobierno de España del PP consiguió que se aprobaran los Presupuestos Generales del Estado de 2017 gracias al apoyo de un diputado canario que cambiaba su voto por partidas concretas de dinero contante y sonante para su tierra y gracias al apoyo de otro cinco diputados del PNV que además de dinero en inversiones conseguirán mantener el privilegio fiscal de los vascos que tanto daño está haciendo a las comunidades autónomas castellanas que circundan Euskadi y Navarra. Mientras esta guerra de cifras económicas sobrevuela los periódicos y los noticiarios como si fuera lo único importante, los pequeños núcleos de población rural de la provincia de Segovia están siendo literalmente abandonadas por las instituciones: los representantes del PP y del PSOE manifiestan últimamente una tímida preocupación por el despoblamiento rural pero no han movido un dedo durante los últimos 50 años para poner remedio a esa despoblación que amenaza el futuro de los pueblos y, a la larga, la viabilidad de las ciudades pequeñas.
Las pedanías en particular están sufriendo una política liquidacionista emprendida por la Junta de Castilla y León, secundada por la mayoría de los alcaldes, por los procuradores segovianos en las Cortes de Valladolid y por los diputados y senadores segovianos en Madrid. Las pedanías de la provincia de Segovia (las de Segovia ciudad, incluidas) están siendo dejadas al margen del desarrollo, de la modernización y de las inversiones que llegan de la Unión Europea, del Estado Español y de la Junta de Castilla y León. Y eso no puede seguir así ni un minuto más. Son necesarias varias medidas para corregir la desertificación de las zonas rurales. Y las más urgentes son en primer lugar la mejora de las comunicaciones viarias y de redes sociales; en segundo lugar establecer incentivos fiscales razonables para los residentes en las zonas rurales y, en tercer lugar, poner en marcha una política lógica de favorecer el asentamiento de los nuevos pobladores en los municipios. Estos nuevos pobladores son personas que vienen de las ciudades a trabajar y vivir en los pueblos con otra visión del futuro. Y en vez de apoyarlos y facilitarles las cosas, en la mayoría de los municipios segovianos se les ponen cada día las cosas más difíciles: Pongamos como ejemplo real uno de los diez núcleos de población que forman Sepúlveda. Es un pueblo del nordeste de Segovia, pocos vecinos, cerca de las Hoces del Duratón y de la Sierra. A una hora y media de Madrid. Hay casas rurales, canteras, sendas ecológicas, tranquilidad asegurada, etc. Es interesante para montar un negocio. Eso es lo positivo. Lo negativo es que las carreteras de acceso son estrechas, mal pavimentadas y llenas de baches que a menudo hay que sortear; la banda ancha de internet, imprescindible en nuestro siglo XXI, para la vida y para la economía, funciona penosamente si es que existe,( el pagón de Iberbanda sume en el caos a las provincias de Segovia, Zamora y Burgos y los negocios rurales conectados) y el teléfono normal o móvil no siempre va. Por otro lado la burocracia es tan inacabable como en Madrid; el IBI resulta disparatado y los demás impuestos más que discutibles para lo que lucen; el coste y el plazo de las licencias de obras y de apertura de negocios parecen más bien ocurrencias, sobre todo porque la atención que reciben quien paga es cero; los servicios médicos y la Educación de los niños… por esas carreteras de Dios; el abastecimientos de agua o de electricidad o de recogida selectiva de basuras –no hablemos de reciclaje- no se ha tocado en los últimos 10 años. A menudo las calles del propio pueblo están en pésimo estado, sin cemento, ni asfalto, ni ningún tipo de empedrado decente y suelen carecer de nombre y de número, lo que significa que las casas no suelen tener localización fiable con lo cual se está a veces en el limbo administrativo para las comunicaciones con el ayuntamiento. Por no hablar de las ruinas y derrumbes que acechan peligrosamente por las calles más abandonadas a las que ni los propietarios ni el ayuntamiento ponen remedio.
Es totalmente irrenunciable el principio de la Igualdad y nadie debe olvidar que los ciudadanos de estas pedanías merecen el mismo respeto y el mismo trato que cualquier ciudadano de Segovia, Madrid o Bilbao y que además pagan sus impuestos como cualquier otro ciudadano del municipio, de la comunidad autónoma y del estado.
Es imprescindible que los municipios y, sobre todo, las instituciones apoyen con medias legales concretas y ventajosas a todos los ciudadanos, de toda la vida o nuevos pobladores que con mucho trabajo y con gran sacrificio económico y personal montan su propio negocio (casas rurales, compraventa por internet, intercambio de información y experiencias globales, bancos de datos, etc..), crean empleo y dinamizan las demás actividades económicas de estas comarcas semidesérticas pues ellos son los promotores de los valores de la zona tanto por las redes como por el boca a boca y contribuyen a mejorar la vida allí donde se asientan. ¿Y cúal es la causa de su apego a sus proyectos en esta tierra? El aprecio de la riqueza de la tierra en que se asientan, por la visión económica distinta, por la valoración de la cultura de la zona y por una visión de futuro infinitamente más realista y más positiva que la de los políticos que administran y gobiernan el territorio…desde sus despachos en las ciudades.