Hace tiempo me llegó una de esas comunicaciones curiosas y graciosas en las que se preguntaba sobre el cuerpo humano y quien debiera ser el Jefe, si el cerebro, los pies, las manos, el corazón, los ojos, etc.
Después de reírme un rato con el ingenio recibido, me puse a pensar que en nuestra sociedad ocurre con demasiada frecuencia un menosprecio de las labores de los trabajadores de más baja cualificación, como si su labor no fuera necesaria e importante.
Recientemente leí un artículo periodístico en el cual la autora nos hacía “ver” que en un reloj, tan importante es una pieza como otra; todas son imprescindibles y si falta cualquiera de ellas, el reloj no funciona.
En cualquier actividad empresarial ocurre lo mismo, a pesar de que algunos mandatarios no lo entienden ni lo comprenden, porque se consideran tan importantes e imprescindibles que suelen mirar por encima del hombro a sus subordinados.
Por lo tanto reflexionemos, tanto los que están arriba del escalafón, como los últimos. Imaginemos -ambos, el de arriba y el de abajo-, que se deja de hacer el trabajo más simple. ¿Qué ocurriría? El caos, ya sea la limpieza, el reparto del correo o cualquier otro cometido.
Así que ¡ánimo! a los que están más abajo en el escalafón; ellos son tan importantes como el Jefe para que la maquinaria pueda funcionar.
Y ahora viene a cuento por que está a la orden de día los EREs, las restricciones del trabajo, los despidos libres o casi, etc. etc.
Ha sido muy llamativo lo dicho por el Gobernador del Banco de España, pero mucho más grave me parece lo dicho por el presidente de la patronal, Sr. Díaz Ferrán al solicitar, EREs más rápidos y sin el visto bueno de la Administración, más o menos, el despido libre, sin las cortapisas que pueda poner la autoridad y, por supuesto, mucho más barato.
¿Pero esta gente ¿qué se ha creído? ¿qué la empresa la han hecho ellos solos? ¿qué los trabajadores son muebles? Bien les vendría un poco de humildad, de humanidad, de comprensión y de respeto a los demás.
¿Se han parado a pensar en los brutales salarios que han cobrado la mayoría de los dirigentes en los últimos años de riqueza a raudales? ¿Han pensado devolver algo de lo que se llevaron “irregularmente” para paliar las necesidades de sus empresas? ¿Por qué no aplican los mismos raseros a sus suculentísimos sueldos, primas y demás?
Ellos, que son los que nos han traído a esta situación de crisis, por su incompetencia (por no haber capitalizado las empresas en tiempos de las vacas gordas), por su magnificencia, por su suntuosidad, por su despilfarro, malversación y ostentación, por su incapacidad e ineptitud, y ahora quieren poner parches, como casi siempre, a costa de los más débiles. ¡Por favor! ¡Ya está bien! Y seguro que muchos van a misa y a comulgar y se llaman cristianos. ¡De vergüenza!
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